Historias de Amor

En 2021 Tuntún y Jorel eran dos pequeñas nacidas en la calle en San Isidro. Fueron adoptadas por un joven que no siguió las recomendaciones. Se confió porque “había tenido gatos antes”.

En un descuido, ambas gatitas escaparon de su departamento en Los Olivos la misma noche de la adopción.

Rudy y Patty, miembros fundadores de la Asociación los Gatitos de la Esquina (AGE), durante 4 días estuvieron buscándolas sin descanso. Desplegaron las estrategias más efectivas para encontrarlas en un distrito desconocido para ellas.

Jorel estaba escondida en la azotea del propio edificio del adoptante. Tuntún, a dos cuadras, entre los escombros de una construcción. ¡Hallarlas y volver a tenerlas requirió valentía, confianza y destreza!

El silencio de la madrugada, el deseo de las gatitas de retornar y la experiencia de los rescatistas de la AGE permitieron traerlas de vuelta a su colonia, donde son alimentadas a diario. Fueron esterilizadas, se desparasitan cada 3 meses y viven felices en libertad.

Era la primera vez que ambos adoptaríamos una perrita adulta y de raza pitbull-labrador. Cuando la conocimos, nos llamó la atención su fuerza y energía, pero no fue hasta que empezamos a vivir juntos, que descubrimos lo inteligente, amorosa y noble que era. Ella es muy cariñosa con las personas y los niños, ha aprendido a socializar con otros perros, gracias al vínculo que reforzamos con ella a través del juego, y de la confianza que le prodigamos. Se ha adaptado muy bien a nosotros, y nuestras rutinas y como dato curioso, ella entiende que no nos gusta que ladre reclamando por algo, por lo que ella aprendió a bostezar de mil formas para llamar nuestra atención. La queremos como una hija y agradecemos el día que formó parte de nuestro hogar.

Una amiga rescatista nos invitó a su casa (en realidad creo que nos tendió una trampa) y nos presentó a Aurelio. No estaba en nuestros planes adoptar pero definitivamente fue amor a primera vista; no lo dudamos ni un segundo y ese mismo día lo trajimos y hoy es parte de la familia. Es el engreído de la casa y pese a los “extensos diálogos que tengo con él” hace lo que quiere y ya se apropió de toda la casa y la familia. Además, es nuestro reloj despertador ya que sin falta viene puntualmente a las 7 am a regañarnos (hacer un escándalo) para que nos levantemos y comencemos la caminata mañanera.

Cuando adoptamos pensamos que lo hacíamos para mejorarle la vida a ese perrito, pero sin dudarlo la cosa fue al revés; él vino a mejorar la nuestra. Es un fiel compañero, siempre dispuesto a sacarnos una sonrisa y darnos mucho amor y cariño. Hoy no podemos imaginarnos nuestra vida sin él.